Muchas veces en las conversaciones con los socialistas de todos los partidos siempre se llega a la misma conclusión con el tema de los impuestos, y es la cantidad de personas que, de no exisitir una sanidad o educación públicas se quedarían sin atención. Esto creo que es cierto sólo en parte, y es que en la inmensa mayoría de los casos, salvo las personas que no se puedan valer por sí mismas, sólo se trataría de un problema de prioridades, por lo que se entraría en el tema de la responsabilidad de cada cual a la hora de gastar su dinero.
Pero no vamos a hablar de eso hoy, no, hoy toca hablar de la solidaridad progresista. Cuando intentas explicar tus argumentos, tienes un 95 % de posibilidades de que te llamen insolidario. Pero yo he encontrado la solución. Digamos que prácticamente la mitad de los votantes tienen tendencia progresista, como se autodenominan. Son, por lo tanto, gente buena, solidaria, que ayuda a los desfavorecidos. Por el contrario, los no progresistas son malos e insolidarios. Por lo tanto, la solución es el impuesto progresista, es decir, un impuesto extra, voluntario, que tendría que pagar la gente de progreso para contraprestar la parte que dejaría de pagar la gente que no sea de progreso. Si son tan solidarios, no creo que les importe.
Así que, por ejemplo, imagine usted, querido lector, que hoy toca echar gasolina. Se encontraría con dos precios:
A. Precio para personas solidarias de progreso: 1,5 €/L
B. Precio para fascistas insolidarios: 0,5 €/L
El progresismo se tiene que demostrar con hechos, es algo más que decir "qué guay soy" y estoy completamente seguro de que todos nuestros progresistas eligirían la opción A. ¿O no?
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