viernes, 6 de enero de 2006

¡Plas, plas!

Hoy me ha sobrecogido esta noticia, y es que un empresario valenciano ha sufrido un atraco en su propia casa. Los ladrones, ocho en total, bastante violentos, fuertemente armados y con pocas intenciones dialogantes, maniataron a su mujer y exigieron dinero, para variar. Él accedió a sus pretensiones, para lo que subió a la primera planta y, una vez allí, hizo uso de un arma que escondía por aquellos lugares, disparando a sus secuestradores con resultado de muerte para dos de ellos, un venezolano y un europeo del este, no sin antes ser herido en ese forcejeo. El resto de atracadores, al oír los disparos, huyó.

En esos momentos hay que tener una sangre fría excepcional, así como una valentía fuera de lo común, porque esos individuos no son lo que se dice buena gente. Mis aplausos para este señor, que actuó en defensa propia dada la total inoperancia de los cuerpos de seguridad del Estado. Y sí, considero justo el desenlace, aunque por supuesto no es nada agradable, pero el mundo no es ideal.

¿Cuáles son las víctimas? Pues yo lo tengo muy claro: el dueño de la casa y su familia. ¿Y los delincuentes? Pues los atracadores. Diáfano.

Ahora este señor tendrá q declarar ante el juez, así que espero que salga totalmente absuelto, aunque nunca se sabe...

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