martes, 28 de noviembre de 2006

La manifestación y el concepto de democracia en los Estados Unidos

Este fin de semana las víctimas del terrorismo han vuelto a salir, acompañadas por una gran multitud de personas, a la calle. Protestan contra la política que el actual Gobierno de España está llevando a cabo en temas de terrorismo. Han sido muchas, muchísimas, más allá de la normal guerra de cifras.

Lo que debe ser duro es ser víctima de un atentado y encima tener que sufrir los ataques del gobierno de tu país y del partido que lo sustenta. No sé si algunos socialistas se darán cuenta del asunto. Supongo que algunos, repito, tendrán eso que se llama conciencia. De todas formas es su problema y el de sus votantes.

El Presidente del Gobierno ha engañado a los españoles. Él no dijo antes de las elecciones que pretendía dialogar con los terroristas, más bien todo lo contrario. Debe explicar entonces por qué ha cambiado de opinión. Un cambio que es lícito, faltaría más.

Aquí en los Estados Unidos este mes de Noviembre, además de las famosas elecciones legislativas, se votaron muchas proposiciones que dependían de cada Estado. No seguí nada la campaña, pero creo que recuerdo un ejemplo. Aquí en California pedían la opinión a la ciudadanía, entre otras cosas, sobre la aplicación o no de una tasa extra sobre los combustibles para, supuestamente, desarrollar más las supuestas energías alternativas. Y preguntas como esa, millones, tanto que algún amigo norteamericano protestaba porque aquello era pasarse. Me contaba que tenían que leerse un libro entero con todo lo que tenían que votar.

Es un peculiar concepto de democracia. Hasta para las cosas más insignificantes piden opinión a la gente. Y la gente vota. ¿Y en España?

No me negarán que la comparación es odiosa, pero de aplicar o no una tasa a negociar con terroristas o cambiar el modelo de Estado hay un gran trecho. Aquí por lo primero se pregunta. En España, ni de broma.

El Presidente del Gobierno puede cambiar de opinión sobre los temas que él considere oportuno. Pero si se le ha votado para una cosa estaría feo que hiciera lo contrario sin antes preguntar. Eso tiene entonces fácil solución, y es preguntar, como hacen aquí. Que pregunten a los españoles si están de acuerdo o no. Es bastante sencillo.

De esta forma, además de tener la legalidad de su parte, el señor Presidente tendría toda la legitimidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola! Pues tienes razón con tu comentario. Hacer consultas es ejemplo de buena democracia.
En España: a) el referéndum es exclusivamente consultivo, no obligatorio, b) no se establecen siquiera límites legales para que tengan validez (50% de participación, voto a favor del 50% del censo, etc...), c) Por experiencia, los referendos son politizados hasta el ridículo más espantoso (acordémonos del de la mal llamada Constitución europea) y d) Para colmo de politización, hace poco se hizo una reforma de la ley que permite a los partidos obtener financiación para hacer campaña política en los referendos (reforma del PSOE apoyada por todos los partidos)...
Con este panorama, la verdad, prefiero que no me consulten.
Ahora bien, si las cosas cambiaran... a mí sí me gustaría que me hubieran consultado en varios temas: matrimonio homosexual, organización del Estado y, como tú dices, negociación con ETA o, incluso, otras leyes menos mediáticas... pero estamos lejos de eso.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Es que lo de Rodríguez el Traidor ya se sale de cualquier medida posible.

Debería hacer reflexionar a más de un giliprogre por qué las víctimas lloran y los asesinos se parten de risa.