miércoles, 8 de diciembre de 2004

A vueltas con la educación...

Y es que hoy hemos conocido la noticia de que España en educación, de lo malo, lo peor, y de esto no sólo tiene culpa la nefasta LOGSE.

Digamos que a este resultado le podemos encontrar dos causas, las cuales se relacionan. Una de ellas es la ley de educación del gobierno socialista aprobada, tras ocho años de estudios, a principios de los años 90. Una ley que ha perseguido crear analfabetos funcionales fácilmente manejables a gusto de nuestra clase política autodenominada progresista. Una ley que es difícil de valorar en dos frases, pero podemos decir de ella que básicamente elimina el concepto del esfuerzo y que iguala por debajo, todos iguales, pero todos tontos, no premiando el trabajo y la excelencia, ya que eso se considera elitista. Desde la introducción en el currículo de asignaturas surrealistas de contenido difícilmente reconocible para alguien versado en el tema hasta la pérdida de la autoridad del profesor en clase, se pueden citar cientos y cientos de barbaridades educativas cometidas en nombre de la santa LOGSE.

Pero no nos engañemos, gran parte de culpa de nuestro fracaso educativo lo tiene la sociedad española. Una sociedad de pícaros y donde se espera a que trabaje el vecino en vez de uno mismo no puede ofrecer otra cosa. Por mucha ley de educación nueva, no se pueden inculcar valores a los alumnos si la propia sociedad carece de ellos y es que, a fin de cuentas, nos guste o no, España queda totalmente reflejada en dicho estudio educativo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos:
Bueno, es tarde, y no me siento con fuerzas de escribir una respuesta como se merece este artículo. Me limitaré a apuntar varias cuestiones tal y como se me vayan ocurriendo.

Debo decir que me ha llamado mucho la atención eso de "es culpa de la sociedad". Creo que echar las culpas a la sociedad es algo en lo que no se debe caer. La sociedad es algo muy abstracto, tanto que difícilmente pueden buscarse en ellas causas concretas de un suceso, y más aún pedirle que se responsabilice. Si algún político pidiera la dimisión a la sociedad por responsabilidades políticas y ésta dimitiera, es muy posible que las listas de paro crecieran a cotas muy altas.
Una actitud contraria esta es la de no generalizar. A nadie se le ocurre hablar mal de una determinada etnia o grupo cultural delante de una persona desconocida, por temor a que ésta se ofenda y le descalifique afirmando que "no se puede generalizar" y "que no todos son así". Tras esto no hay nadie que no sea capaz de hacer otra cosa que reconocer al ofendido que tiene más razón que un santo y sentirse como un miserable, por muchos problemas que haya tenido con aquel determinado grupo.
Y es que ambas actitudes son falaces, no por erróneas, sino por abstractas y genéricas, como dije antes. Si se quiere hacer una crítica, hay que concretar más, no sea que nos resbalemos sobre nuestros propios argumentos.

Todos vivimos en España (eso creo), y creo que conocemos bien a los españoles. Estoy de acuerdo con Alberto en el carácter de los españoles. Sin embargo, según he leído, el fracaso de los actuales sistemas educativos se miden en relación no sólo con los niveles europeos, sino con los niveles anteriores de los mismos estudiantes españoles. Vemos como estos antes eran mejores, y esto nos lleva a descartar (por el momento, luego volveré a ese tema) a las costumbres sociales como responsables. Nos quedan pues dos posibilidades; Las leyes y su aplicación.
Mucho se ha hablado de la logse. Bajo mi punto de vista, y tras haber cursado los cuatro cursos de la eso y dos de bachillerato, creo que el principal inconveniente de ella es alargar la educación obligatoria hasta los 16 años. Sin duda alguna esto beneficia a todos aquellos que de otra forma terminarían los estudios a los 14 años, pero perjudica a todos los demás. La mayoría de los alumnos que a esa edad lo son por estar obligados por ley, son adolescentes asqueados de los estudios, que han repetido varias veces y cuyos intereses están muy lejos del aula. Esto hace que el ritmo de estudios se frene y haga que el resto de los alumnos rindan menos. Y no hay que esperar a llegar a la universidad, los efectos se dejan sentir en el bachillerato. Durante mi primer curso, cuatro alumnos de veintiséis abandonaron el bachillerato. Y en el primer examen de matemáticas, en el que me enorgullezco de haber sacado la cuarta nota, aprobaron tres. Y eso que los que fuimos al bachillerato de ciencias éramos los mejores en matemáticas durante la ESO. Un apunte, después de eso, los sufridos estudiantes de bachillerato teníamos que “correr” durante los dos años de éste para ponernos a la altura de selectividad de los de COU. Así, por ejemplo, en un año teníamos que dar todo el dibujo técnico que daban los de COU en hasta cuatro.
La logse sin embargo pretende aportar nuevos conceptos a la educación antes no considerados, haciendo, por ejemplo, mayor énfasis en el razonamiento. Durante mi estancia en una academia de matemáticas tras el primer curso de bachillerato, pude ver como la metodología del profesor (con alumnos de BUP y bachillerato) consistía en plantearnos problemas de BUP, más complejos, para acabar el tema proponiéndonos algunas “pijadas de bachillerato”, como él las llamaba, con el fin de asegurarse de que realmente nos habíamos hecho con los conceptos. Curiosamente, muchos de los alumnos que podían con los problemas de BUP no podían con la “pijadilla”.
Otro aspecto innovador de la logse, es la introducción de asignaturas que Alberto califica de “surrealista y de contenido difícilmente reconocible ”. El problema de estas asignaturas, y la causa de todas las críticas recibidas por estas, es que su efectividad es difícilmente evaluable. Se puede apreciar el efecto que una asignatura como matemáticas o lengua ha influido en una persona mediante su rendimiento en la universidad o mediante una prueba, pero es mucho más difícil decidir si asignaturas como música, o expresión plástica ha influido en la sensibilidad artística de una persona, u otras como tecnología haya capacitado al alumno de un sentido pragmático (Personalmente, recuerdo con mucho cariño la asignatura “Cultura Clásica”). El aumento de horas de las asignaturas surrealistas en perjuicio de las clásicas conllevan, por tanto, a una pérdida de nivel académico sin una aparente compensación del alumno en otros aspectos, que no tiene porqué no haberse producido.

Sin embargo, vemos como al llegar a la universidad, los alumnos no sólo no razonan mejor sino que no parecen ser personas más maduras, más capaces o más sensibles, sino más bien todo lo contrario. Muchos profesores apuntan a que esto se debe a una mala aplicación de la ley, por falta de medios o por falta de voluntad personal.
Acerca de lo primero me recordaban los más de cuarenta alumnos que estaban en mi clase durante la ESO, muchos de ellos del tipo que comenté antes. Así difícilmente se puede alcanzar un buen nivel de razonamiento matemático, obtener un buen oído musical o un buen nivel de idiomas. Respecto a lo segundo, he de dar la razón a Alberto acerca de lo que decía sobre el carácter de los españoles, y añadir que estos conceptos novedosos no están arraigados en la cultura educativa española.

No obstante, he de concluir que el responsable último de que una ley se aplique con normalidad es el ejecutivo, tanto a la hora de desarrollarla, como a la hora de hacerla cumplir.
También quisiera advertir que la mayoría de los conceptos novedosos de los que hablaba antes están muy relacionados con los Acuerdos de Bolonia, patrones que rigen ya el futuro próximo de la universidad, y que si bien son muy interesantes, provocan la risa nerviosa de muchos profesionales de la enseñanza.

¡Un saludo a todos!

Salvador Romero